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A bitácora de Vesania:

CIGÜEÑAS



A pesar de ciertos inviernos largos y crudos como este, hace ya muchos años que las cigüeñas dejaron de emigrar.

Les da pereza hacer tantos kilómetros, y se quedan por los postes y las iglesias, casi siempre cercanas a carreteras y caminos, y siempre cerca del hombre.

Hoy a mediodía en Castejón de Navarra, sobre los postes de la estación de tren, había esta estampa.
Observad el poste de detrás que también tiene cigüeñas.

Por parejas en los nidos, adecentando, e incluso terminando de montar algunos, observaban pasar los coches y camiones en el límite con La Rioja.

Me gusta que haga buen tiempo, es una delicia trabajar al aire libre en estas fechas.
;-)

3 comentarios

Anónimo -

Es junio. Ya se ve a la pequeña cigüeña asomarse y probar sus alas. Sus padres están muy pendientes de ella, no me extraña, si yo viviera tan alto, también estaría preocupada. Cualquier día intentará volar. Y espero estar frente a la ventana, como siempre, el día que lo haga.

Anónimo -

Mis cigüeñas si emigraron el año pasado y volvieron en torno a noviembre. Digo “mis” porque tengo su nido justo frente a la ventana de mi mesa en la oficina, donde me siento cada mañana y cada tarde, un día tras otro. Lo primero que hicieron nada más llegar fué dedicarse a acondicionar su nido, transportando todo tipo de materiales en su pico. Su hora de llegada era, en invierno, la misma, en torno a las 18:00 h., justo en el momento en que empezaba a anochecer. Hubo incluso alguna tarde que no paré de vigilar la ventana porque a la hora de salida de mi trabajo, una de ellas aún no había llegado... Ahora mi querida “pareja de hecho” ya ha puesto su huevo (imagino que sólo uno, porque no puedo comprobarlo y no somos tan amigas como para que me lo cuenten). Se turnan para irlo incubando. Ahí estamos las tres, a la dulce espera del bebé, que no traerán colgando de un pañuelo en su pico, sino que romperá el huevo. Las cigüeñas forman parte de mis días y simbolizan un poco la libertad y la vida a través de la ventana, esa vida que yo tengo sujeta, durante ocho horas, a una silla y que aunque esté un poco prostituida (trabajo por dinero y eso es una forma de prostitución socialmente aceptada), conservo, en cierta forma gracias a ellas, la mirada libre y algunos sueños que aún pueden cumplirse.

Anónimo -